La película que os propongo hoy es de los 90. No es ningún peliculón (ni mucho menos), más bien es la típica de serie B, pero es curiosa.
Para los cinéfilos, destacar que aparece la hija de Natalie Wood, Natasha Gregson Wagner, que veréis en la carátula.
REVENANT
Os pongo aquí una sinopsis que he encontrado surfeando en la web.
Una comunidad de vampiros, comandada por el mismísimo conde Drácula, reside confortablemente en Los Ángeles. Todos ocupan una desahogada posición e incluso han logrado introducir a algunos de sus miembros en el mundo de las altas finanzas y la política. Pero esta envidiable situación va a verse alterada: aparece una vampira desconocida, una advenediza, que deambula por los barrios bajos, haciéndose pasar por una prostituta para alimentarse con la sangre de sus clientes; además, vuelve a la ciudad un vampiro, Dallas, caído en desgracia y al que Drácula detesta (porque no acabó con el doctor van Helsing cuando tuvo la oportunidad de hacerlo).
Para acabar de complicar las cosas, el propio van Helsing también acude a Los Ángeles con la intención de destruir a toda la comuidad vampírica. Los acontecimieentos se precipitarán en una espiral de violencia que concluirá con la destrucción de todos los vampiros, excepto la pareja protagonista, los secuaces del doctor van Helsing... y el propio van Helsing, que acaba convertido en uno de ellos (!).
REVENANT es una película que ejemplifica bien la problemática que se plantea a la hora de rodar una cinta de vampiros hoy en día. Por un lado, se trata de un mito que hace casi ochenta años que aparece regularmente en las pantallas cinematográficas; por lo tanto, con unos usos y costumbres, unas fobias, una caracterización y una parafernalia perfectamente definidos (además de una riquísima tradición folclórica y literaria).
Por otro lado, existe la necesidad de actualizar el mito, de diseñar cómo pueden ser los vampiros contemporáneos (de la misma forma que Stoker lo consiguió magistralmente en su época). Y no debemos olvidar un tercer aspecto: las películas se producen para obtener beneficios económicos, lo cual implica someterse al dictado de los gustos mayoritarios del público; y hoy el público de las salas cinematográficas (en todo el mundo, pero sobre todo en los EE.UU.) es fundamentalmente joven y, lamentablemente, ignorante –en su gran mayoría- de la tradición vampírica, no sólo literaria o folclórica, sino también del cine clásico.
Así, REVENANT, es, como otras tantas cintas, una mezcolanza de tradición y modernidad, de elementos clásicos y novedosos, de respeto al mito y de burda parodia. En la película parecen el conde Drácula y sus asesinos a sueldo, la música clásica y el rock o el rap, el doctor van Helsing y sus ayudantes dogradictos y violentos, actores veteranos y jóvenes desconocidos. Los vampiros aparecen como seres refinados de procedencia europea que en sus casas son exquisitos y sofisticados, pero que, cuando se reúnen en grupo, lo hacen en una especie de discoteca hortera con música machacona.
Tampoco pueden faltar –es el signo de los tiempos y lo que los espectadores demandan- unos cuantos planos decididamente gore y alguna que otra escena de coitos y desnudos, para que los que han pagado por su entrada no se sientan estafados. Pero incluso los elementos clásicos son tratados de forma harto chusca:
Drácula, el jefe de los vampiros, parece más bien un "capo" de la mafia, rodeado siempre de matones; van Helsing es un fanático ex-nazi (un tema interesante y una posible explicación de su obsesión por exterminar a los "diferentes" que la película no explota, pues sólo lo utiliza para hacer chistes malos) que se alía con un cuarteto de negros "raperos" presentados en el filme como verdaderos subnormales (¿un nazi aliándose con negros? En fin...); la pretendida sofisticación de los vampiros (ya se sabe, estos europeos siempre tan cultos) roza más bien lo hortera y escuchan música clásica, sí, pero deben de poner sólo el disco de Clásicos Populares, pues únicamente se oyen en el filme las obras más manidas, trilladas y vulgarizadas de todo el repertorio (el "Minueto", de Boccherini.; "Las cuatro estaciones", de Vivaldi: la "Danza de las horas", de Ponchielli, etc. Olvidemos, por favor, las imágenes de nubes atravesando un cielo color caramelo durante la puesta de sol mientras en la banda sonora se oye música de Mozart).
La transmisión del vampirismo ya no se realiza sólo por el mordisco en la yugular. Los cuatro negros "raperos" se convierten en no-muertos después de copular con una vampira (los muy tontos no habían usado preservativo ¿propaganda subliminal de la campaña anti-sida?) y los vampiros también hacen el amor, aunque, aparte del contacto puramente genital, sustituyen besos y caricias por mordiscos recíprocos en la yugular (la asociación del mordisco vampírico al placer orgásmico es algo ya insinuado en el cine desde la época de la Hammer; lamentablemente, un apunte argumental tan interesante se ve lastrado en la película por un erróneo tratamiento).
El conde Drácula necesita más de media docena de estacazos para ser destruido (ésta es una de las escenas más chuscas de todo el filme), los vampiros, al morir, adoptan una extraña forma de monstruos orejudos (?) y, además, en la cinta hay algún que otro chiste privado: la presencia de Udo Kier (el Drácula de la cinta de Warhol/Morrisey/Margheritti) o el cameo del compositor Danny Elfman (autor del tema principal de la película –que no de la banda sonora- y hermano del director) en la última escena en el papel del policía que descubre a van Helsing vampirizado.
REVENANT
Storm Entertainment, 1988
U.S.A.
95 minutos
Director: Richard Elfman
Interpretes: Casper Van Dien
Natasha Gragson
Rod Steiger
Kim Cattrall
Craig Ferguson
Udo Kier
Guión: Matthew Bright
Fotografía: Robin Brown
Música: Michael Wandmacher
Danny Elfman
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